La gran cantidad de fotografías en alta definición que el vehículo de exploración espacial Curiosity viene realizando de Marte desde que llegase al planeta rojo en agosto del 2012 nos está permitiendo observar su superficie con un grado de detalle que nunca antes habíamos tenido a nuestro alcance.
Aunque desangeladas y sin vida, las regiones rocosas y desérticas por las que transita Curiosity, como la que se puede ver en la fotografía que encabeza este artículo, recuerdan extrañamente a ciertos paisajes de la Tierra. Pero a diferencia de estos últimos, se hallan a una distancia que, en función de las órbitas de ambos planetas, oscila entre los 55,7 y los 401,3 millones de kilómetros.
No sólo están lejos, sino también en un planeta con una atmósfera extremadamente fina, en la que el aire posee una concentración de oxígeno de apenas el 0,13%, que recibe únicamente un 43% de la luz solar que llega a la Tierra y en el que se llegan a alcanzar temperaturas de hasta -143 °C. Pese a ello, fotografías como ésta consiguen crear, aunque sólo sea por unos instantes, una falsa y efímera sensación de cercanía a su superficie.