El mundo de los videojuegos tal y como hoy lo conocemos no sería lo mismo si hace 40 años dos estudiantes de ingeniería eléctrica llamados Nolan Bushnell y Ted Dabney no hubiesen fundado una compañía llamada Atari, de cuyos laboratorios surgieron durante la década de los 70 productos como la Atari 2600, la primera consola doméstica que se convirtió en un éxito de ventas, o videojuegos que marcaron un antes y un después en la industria del entretenimiento como Pong o Asteroids.
Pero los días de vino y rosas, aquellos en los que la gente asociaba el nombre de esta compañía a los videojuegos como ahora sucede con Nintendo, Microsoft o Sony, hace mucho tiempo que quedaron atrás. Desde hace más de 25 años vaga como alma en pena, pasando de unas manos a otras en espera de que algún comprador halle una manera de insuflarle vida aprovechando el prestigio y el, aún en nuestros tiempos, relativo renombre de algunas de las franquicias que se desarrollaron bajo su paraguas en los inicios de este sector.
La salida del túnel no parece cercana. Sin ir más lejos, esta semana ha presentado ante un tribunal federal de Nueva York una solicitud de bancarrota acogiéndose al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos. Esta normativa permite que las empresas que pasan por problemas financieros y no puede asumir la deuda que han contraído ni pagar a sus acreedores se reorganicen contando con la protección de la ley a tal efecto y manteniendo el control sobre sus operaciones.
La intención de Atari es liberarse del lastre que supone su compañía madre Infogrames (ahora renombrada Atari SA) y la enorme deuda que arrastra y volver a operar como una compañía independiente bajo la denominación de Atari Inc, la misma que tuvo cuando fue fundada en 1972. Si lo consiguen, la nueva empresa, que actualmente cuenta con una plantilla de sólo 40 trabajadores, centrará sus esfuerzos en potenciar su presencia en las plataformas móviles y lanzar al mercado versiones de sus videojuegos clásicos así como nuevas sagas para smartphones y tablets.
Unas metas que en otras circunstancias podrían considerarse poco ambiciosas dado el historial que se esconde bajo el logo de Atari pero que dada la calamitosa situación económica por la que pasa se antojan las únicas plausibles para conseguir una nueva vía de ingresos con la que salvar a esta vieja firma y a todo lo que representa de la desaparición.