De los centenares de smartphones con Android que aparecen cada año, hay uno que en las semanas anteriores a su lanzamiento concita una atención mediática sin igual, que consigue que la prensa y los aficionados a la telefonía móvil hablen sin parar acerca de sus futuribles características técnicas, de su aspecto, de las innovaciones que poseerá o de su tamaño. Me estoy refiriendo, cómo no, a la familia de los Samsung Galaxy S, de la cual hoy se ha presentado su tercera generación.
En medio de una expectación que tan sólo supera el lanzamiento anual del iPhone, Samsung ha congregado en Londres a cientos de medios de comunicación, que han asistido a un acto exclusivo en el que se ha desvelado el aspecto y las prestaciones que tiene el nuevo buque insignia de la multinacional surcoreana: el Samsung Galaxy S III.
Con un diseño si cabe más estilizado que el de su predecesor, dispone de una enorme pantalla HD Super Amoled de 4,8 pulgadas con una resolución de 1280 x 720 píxeles, un procesador Exynos de 4 núcleos a 1,4 GHz, entre 16 y 64 GB de memoria, una batería extraíble de 2.100 mAh, una cámara trasera de 8 megapíxeles y otra frontal de 1,9 megapíxeles. Todo ello impulsado por el sistema operativo Android 4.0.4 Ice Cream Sandwich.
En su parte inferior destaca un botón de ‘Home’ algo más pequeño y con unas formas más redondeadas que el del Galaxy S II. A sus flancos, encontramos otros 2 botones táctiles que se activan y apagan conforme pasamos los dedos por encima. En el costado derecho, cuenta con una ranura para tarjetas microSD mientras que en el superior encontramos una toma para auriculares. Además dispone de los consabidos Bluetooth 4.0, WiFi Direct y DLNA.
La carcasa, tanto en la parte delantera como en la posterior, es de plástico brillante y el peso total del terminal es de 133 gramos, apenas unos gramos más ligero que el iPhone 4S y el Samsung Galaxy Nexus, pero un poquito más pesado que el HTC One X o el Samsung Galaxy S II, por citar sólo algunos modelos.
Vistas sus características técnicas, no cabe más que reconocer que nos encontramos ante un magnífico smartphone, pero no ante uno rompedor, como sin ir más lejos sí que fue su predecesor. Es cierto que tiene una pantalla más grande, un mejor procesador, es más fino y algunos opinarán que también cuenta con un mejor diseño que el S II, pero no lo es menos que después del enorme interés con que se aguardaba su puesta de largo se esperaba aún más del mismo.
La pantalla, por ejemplo, es prácticamente idéntica a la del Galaxy Nexus. Es, por tanto, un excelente panel que hace gala de una densidad de 306 píxeles por pulgada, pero que por otra parte presenta una definición inferior a la de los LCD que incorporan el iPhone 4S o HTC One X, puesto que utiliza una matriz Pentile de píxeles en lugar de una matriz RGB tal y como hacen sus competidores.
Otro aspecto que está levantando cierta polvareda es la cámara. Quienes la han podido probar advierten que es muy similar, por no decir idéntica, a la del Samsung Galaxy S II, aunque su rendimiento ha sido aumentado ligeramente gracias a mejoras en el software. Ello no es malo en sí mismo, ya que se trata de un sensor más que respetable, pero una vez más la sensación es de cierta decepción.
En cualquier caso, que nadie se lleve una impresión equivocada: aun con sus aspectos mejorables, el Samsung Galaxy S III es un smartphone de primerísimo nivel. La diferencia respecto al año pasado reside en que ahora ya no se puede afirmar con rotundidad que sea el terminal más avanzado de cuantos existen para Android, dado que el HTC One X, presentado la semana pasada, le discute ese puesto.
Visto lo visto, se presentan unos meses realmente apasionantes por delante. Con toda seguridad, el Galaxy S III se va a convertir en un éxito comercial indiscutible, pero lo que falta por saber es hasta qué punto conseguirá HTC restarle ventas y acercarse, aunque sea tímidamente, al que hoy por hoy es, por historia y repercusión mediática, el móvil estrella de Android.