Apple ha retirado sus campañas publicitarias de Twitter (X) después de que un informe publicado esta semana haya desvelado que algunos de sus anuncios han aparecido al lado de tuits racistas e, incluso, de apoyo al nazismo.
La decisión de la compañía de la manzana se produce apenas unas horas después de que IBM también haya suspendido temporalmente la publicación de anuncios en esta red social por idéntico motivo. La Comisión Europea, por su parte, ha paralizado su inversión publicitaria en Twitter (X) debido a las campañas de desinformación que se propagan sin que la empresa tome medidas concretas para frenarlas.
Por si eso fuera poco, Elon Musk lleva semanas mostrando su apoyo público a tuits con teorías conspirativas o antisemitas. Esta amalgama de circunstancias ha llevado a que otros gigantes como Disney, Warner Bros, Discovery o Paramount hayan retirado también su publicidad, en una reacción en cadena de consecuencias imprevisibles.
Más allá de la opinión que cada cual pueda tener sobre Elon Musk, es incuestionable que su etapa al frente de Twitter (X) está siendo muy controvertida, cuando no deficiente. Su desmesurado afán de notoriedad y la necesidad imperiosa que tiene de ser siempre el foco de atención, lo llevan a protagonizar polémicas constantes. Una combinación difícilmente compatible con la responsabilidad que se supone que debería tener alguien en su posición.
El mes pasado se cumplió un año desde que se convirtió en el propietario de Twitter (X). Un periodo en el que ha arruinado la imagen de esta red social y ha conseguido que grandes compañías y organismos internacionales lleguen a la conclusión que su mera presencia en la misma pone en riesgo la reputación de sus respectivas marcas. Un récord negativo que, probablemente, perdurará mucho tiempo.
FOTOGRAFÍA: MEDHAT DAWOUD