Gigantes como Samsung, Apple o LG están invirtiendo desde hace años grandes sumas de dinero en el desarrollo de la tecnología microLED, que utiliza matrices en las que cada píxel está formado por un LED microscópico para mostrar las imágenes.
Consideradas como el santo grial del sector, estas pantallas prometen ofrecer un mayor contraste, un menor tiempo de respuesta y un consumo inferior respecto a los LCD actuales al tiempo que consiguen un brillo superior a los OLED y poseen un riesgo mínimo de retención de imagen.
El problema, claro está, es que el tiempo va pasando y esta tecnología, contrariamente a lo que se creía, sigue sin estar lista. La situación ha llegado a tal punto que, según cuenta Bloomberg, Apple ha decidido poner fin a un proyecto que inició siete años atrás con el propósito de desarrollar pantallas microLED adaptadas a las necesidades específicas de sus dispositivos.
La idea del gigante estadounidense era incluir una primera generación de estos paneles en el Apple Watch para, más adelante, una vez madurasen lo suficiente, llevarlos también al iPhone, iPad y Mac.
Nada de eso va a suceder. Los elevados costos y la complejidad de esta aventura han provocado que las altas instancias de la compañía de Cupertino hayan cerrado el departamento asignado a su desarrollo y fabricación, en el que trabajaban cientos de empleados que ahora tienen un futuro incierto por delante.
Esta decisión se produce apenas unas semanas después de que también haya cancelado su coche eléctrico autónomo, un proyecto en el que fuentes internas de Apple han filtrado que se habían invertido miles de millones a lo largo de la última década.
A estas alturas es evidente que Apple, como tantas otras compañías del sector, está reduciendo gastos a marchas forzadas en aquellos departamentos que no considera estratégicos y los está asignando a la inteligencia artificial, que todo hace indicar que en los próximos años va a cambiar para siempre el día a día de millones de personas en todo el mundo.