Amazon ha copado las portadas de muchos medios esta semana después de convertirse en la primera compañía de la historia en perder un billón de euros en capitalización bursátil. Un dudoso honor que ha conseguido además en apenas un año, después de que en noviembre de 2021 alcanzara su punto más alto en bolsa tras superar los dos billones de valor de mercado.
Desde entonces, el valor de sus acciones se ha desmoronado. La puntilla final llegó hace un par de semanas, cuando la compañía presentó su balance económico del tercer trimestre del año, en el que sus ingresos se situaron por debajo de las previsiones de los analistas.
Las consecuencias de esta situación no se han hecho esperar y los directivos de Amazon han optado por acometer una reducción de plantilla para contentar a Wall Street. De acuerdo a una información publicada por el New York Times, se estima que la cifra se situará en torno a los 10.000 trabajadores.
Los despidos van a comenzar esta misma semana y van a afectar, en mayor o menor medida, a toda la estructura empresarial de la multinacional estadounidense, desde personal de oficinas hasta los mismos repartidores.
Amazon cuenta con más de un millón y medio de trabajadores a nivel mundial, de manera que estos despidos van a afectar a menos de un 1% de su fuerza laboral total. Aun así, se trata de la mayor reducción de personal que ha acometido nunca desde su fundación.
Esta noticia llega apenas unos días después de que Mark Zuckerberg haya publicado una carta abierta explicando que Meta va a echar a más de 11.000 empleados debido a los malos resultados económicos que ha experimentado la compañía recientemente.
Microsoft, ARM, Oracle e Intel han hecho lo propio en el transcurso de los últimos meses. No serán las últimas. Después de unos años de crecimiento constante en el sector tecnológico, se está produciendo una contracción muy significativa que está afectando las cifras de negocio de las empresas involucradas y está causando fuertes bajadas en bolsa. Y, como casi siempre en estos casos, cuando eso sucede quienes acaban pagando los platos rotos son los empleados.