Diariamente millones de consumidores realizan pedidos a Amazon atraídos por la comodidad que ofrece la compra online, los bajos precios de muchos de sus productos y/o la seguridad y confianza que transmite su imagen de marca. Con una facturación que el año pasado superó los 48.000 millones de dólares, desde sus centros de distribución se envían jornada tras jornada montañas de libros, prendas de ropa, videojuegos, juguetes, tablets, ordenadores, televisores, smartphones, electrodomésticos y miles de otros productos a sus destinatarios, en lo que supone un reto logístico de primer orden.
Para mantener el flujo de ventas y dar servicio a sus clientes, Amazon dispone de almacenes gigantescos desde los que da salida a los encargos que recibe continuamente. Estas fotografías, realizadas en el interior de uno de ellos, permiten hacerse una idea del enorme tamaño que poseen y de la cantidad descomunal de productos que aguardan en sus estantes listos para ser enviados a sus propietarios.