Este próximo viernes 31 de octubre es una fecha que los fabricantes de ordenadores tienen marcada en rojo en el calendario desde hace tiempo. El motivo es que a partir de ese día Microsoft va a dejar de venderles licencias de Windows 7 para tratar de revitalizar así las ventas de Windows 8.1, que está viendo frenada su adopción por la exitosa trayectoria de su predecesor.
Del 1 de noviembre en adelante, por tanto, HP, Lenovo, Dell, Asus, Toshiba o Acer no podrán comprar nuevas licencias de Windows 7 para los equipos que vayan destinados al mercado doméstico. En cambio, los ordenadores que se vendan directamente a empresas sí que podrán seguir llevando la edición profesional de este sistema operativo.
Esta decisión de Microsoft, aunque era de sobras conocida en la industria desde hacía más de un año, ha generado controversia puesto que los fabricantes consideran que en un momento como el actual, en el que parece que está próxima una recuperación en las ventas de ordenadores después de un quinquenio de crisis, es negativo que se niegue a los consumidores la opción de comprar un equipo con Windows 7.
Sea como fuere, en lo que resta de año todavía será posible adquirir ordenadores con este sistema operativo, puesto que los vendedores han ido acumulando licencias a sabiendas de que a partir del 31 de octubre no podrían conseguir más. Cuántas tienen, el porcentaje de las mismas que están dispuestos a comercializar ya y el que preferirán mantener de cara al futuro es, en cambio, una incógnita absoluta.