El esqueleto de un niño que murió unos 1.500 años atrás, a principios de la época medieval, se ha convertido en el caso más antiguo que haya sido confirmado por la ciencia de una persona con Síndrome de Down. Los restos han sido localizados en Francia y los arqueólogos sostienen que la forma en que fue enterrado indica que el pequeño no sufrió ningún tipo de estigmatización social por su discapacidad cognitiva.
El Síndrome de Down es un trastorno genético provocado por la aparición de una copia extra del cromosoma 21. Es la causa más frecuente de discapacidad psíquica y está asociado a unos rasgos físicos característicos y a un retardo en el crecimiento de las personas que lo padecen.
El hallazgo ha sido el resultado más destacado de unas excavaciones que se han realizado en una necrópolis del siglo V ó VI situada en terrenos que hoy en día ocupa una iglesia de la ciudad de Chalon-sur-Saône. La identificación de los restos como pertenecientes a un pequeño con Síndrome de Down ha sido posible gracias a la braquiocefalia y al perfil facil y occipital planos de su cráneo, rasgos ambos asociados a este trastorno.
El buen estado de conservación de este antiguo cementerio ha permitido además estudiar la manera en que fue inhumado el cuerpo, algo que no ha sido posible en otras excavaciones de épocas similares. El niño fue colocado con la espalda apoyada sobre el suelo en dirección este-oeste, con la cabeza en el extremo oeste, de igual manera que el resto de los fallecidos. De acuerdo a Maïté Rivollat, una de las arqueólogas que ha participado en las excavaciones, ello sugiere que durante su corta vida no fue tratado de manera diferente ni apartado del resto de miembros de su comunidad.
Estas conclusiones van en la misma línea de las que realizaron los científicos que estudiaron en el 2011 el esqueleto de una persona de entre 35 y 50 años con enanismo que fue enterrada en un cementerio bizantino entre los siglos V y VIII. Al igual que en este caso, el cuerpo fue colocado de manera similar a los del resto de muertos, lo que llevó a los arqueólogos a concluir que el hombre fue considerado como un miembro normal de la sociedad de su tiempo.