El pasado 7 de mayo, los trabajadores del centro para la protección de especies en peligro de Hoedspruit (Sudáfrica) hallaron una rinoceronte hembra que había sido brutalmente asesinada por unos cazadores furtivos para llevarse su cuerno. A su lado, gimiendo desconsoladamente y sin querer separarse del cuerpo sin vida de su madre, había una cría de tan solo 3 meses.
A la vista de lo sucedido, los empleados recogieron al bebé rinoceronte y lo llevaron a sus instalaciones para alimentarlo y atenderlo ante la certeza de que dejarlo allí era condenarlo a una muerte segura por inanición o a manos de algún depredador. Las crías de esta especie permanecen con sus madres hasta los 15 meses, de manera que los cuidadores tenían una dura tarea ante sí para sacar adelante a un ejemplar que iba a ser completamente dependiente de ellos durante mucho tiempo.
Una vez de vuelta en el centro dieron de comer al pequeño Gertjie, que es el nombre que le pusieron, y lo acomodaron en un recinto exclusivo para él. Desgraciadamente, la experiencia traumática que acababa de vivir lo había dejado marcado y los trabajadores pronto comprobaron que la cría no conseguía conciliar el sueño por la noche si lo dejaban solo. Así pues, establecieron turnos para cuidarlo y, al mismo tiempo, echaron mano de su arma secreta: una cabra llamada Skaap que tienen en el parque y que hace las veces de madre adoptiva de los animales que rescatan.
Gertjie prontó se adaptó a su nueva e inesperada amiga y su presencia consiguió tranquilizarle lo suficiente como para poder dormir. Desde entonces nuestro pequeño protagonista se recupera en el centro y gana peso a marchas forzadas, hasta el punto de que actualmente ya sobrepasa los 136 kilogramos. Algo que no debe extrañar lo más mínimo si tenemos en cuenta que cada día se toma 15 litros de leche (sí, ¡15!).