Empecemos por el principio: aunque alguien pudiera tender a creer lo contrario, la imagen superior no ha sido manipulada con ningúna herramienta de retoque fotográfico como Photoshop o GIMP. Aparece tal cual fue tomada, con la cabeza de su protagonista separada del cuerpo como si hubiera sido seccionada. Pero si no ha sido photoshopeada, ¿cómo es posible que algo así ocurra?
Pues debido a la refracción, un fenómeno físico que tiene lugar cuando una onda cambia de dirección al pasar de un medio a otro. En el caso concreto de la fotografía, lo que sucede es que cuando la luz incide de manera oblicua sobre el muro de cristal que contiene el agua de la piscina, se ve frenada, disminuye su velocidad de propagación y experimenta un cambio de dirección debido a que el aire y el cristal tienen índices de refracción diferentes.
A continuación, cuando las ondas de la luz entran en el agua, su velocidad vuelve a aumentar, se modifica una vez más su dirección y como consecuencia el espectador tiene la sensación de que la cabeza de la persona que está en la piscina está separada del resto de su tronco.
La desviación en la trayectoria de propagación de la onda se puede calcular mediante la Ley de Snell. En ella se establece que el índice de refracción n es el resultado de la división entre la velocidad de la onda c en un medio de referencia (por ejemplo, el vacío) y la velocidad v a la que se desplaza en el medio sobre el que incide:
n = c / v
Se trata de un fenómeno que es fácilmente replicable en casa. Para contemplarlo, basta con que llenemos un vaso de agua, introduzcamos una cuchara, lápiz o bolígrafo y lo observemos desde un ángulo similar al de la fotografía que encabeza este artículo. Una vez lo hagamos veremos cómo el objeto que hemos metido da la sensación de estar quebrado.
Si te ha interesado este artículo, te recomiendo que le eches una ojeada al primero de esta serie: