Un equipo de investigadores brasileños y canadienses liderado por el entomólogo José Bento de la Universidad de Sao Paulo ha publicado un estudio científico en el que se recogen los sutiles cambios en el comportamiento que experimentan ciertas especies de insectos cuando se aproxima un cambio meteorológico.
En las pruebas que han llevado a cabo han confirmado que los escarabajos del tipo Diabrotica speciosa, las polillas Pseudaletia unipuncta y los áfidos Macrosiphum euphorbiae modifican sus hábitos sexuales cuando varía la presión atmosférica y perciben que se acerca un episodio de lluvias.
Aunque en el laboratorio han controlado las condiciones de luz, temperatura y humedad para que no variaran de un día a otro, los investigadores han comprobado que, cuando la presión disminuye, los machos de Diabrotica speciosa se muestran más reacios a aparearse con las hembras y que, en caso de que lo hagan, no realizan el cortejo habitual sino que optan por copular directamente. En las Pseudaletia unipuncta y Macrosiphum euphorbiae, las hembras reducen la secreción de feromonas para atraer a sus parejas cuando sienten que va a llover.
Cuando la presión atmosférica aumenta, lo que podría indicar la llegada de fuertes vientos, se han certificado comportamientos similares en dichas especies, principalmente en las hembras de los áfidos, que en la naturaleza se balancean de manera precaria sobre las hojas para soltar las feromonas y atraer a los machos, de manera que las rachas de viento les afectan especialmente.
Bernard Roitberg, entomólogo de la Universidad Simon Fraser, considera que los cambios en el comportamiento de estos insectos cuando perciben que van a cambiar las condiciones climatológicas son sensatos desde un punto de vista evolutivo, dado que encontrar refugio cuando llueve o hace viento aumenta sus posibilidades de sobrevivir y de pasar sus genes a la siguiente generación.
Por su parte, José Bento cree que escarbajos, polillas y áfidos utilizan minúsculos receptores similares a pelos diminutos situados en los cutículos para notar los cambios en la presión. El hecho además de que reacciones similares hayan sido detectadas en especies de órdenes completamente diferentes indica que esta habilidad podría estar muy extendida entre los insectos.