Sea por el motivo que fuere, estoy convencido que en una u otra ocasión todos hemos sentido el deseo irreflenable, al recibir un paquete protegido con plástico de burbujas, de hacer explotar sus pequeñas cámaras de aire una tras otra. Claro que dudo mucho que nadie haya hecho lo mismo que los trabajadores de esta fábrica, que han decidido utilizar una prensa hidráulica para hacer estallar a la vez un gran rollo de plástico de burbujas: