En el Océano Ártico, cuando los vientos amanecen completamente en calma, la fina capa de agua superficial se encuentra al borde del punto de congelación (aproximadamente -2 ºC) y la temperatura ambiente es 20 ºC inferior a la misma, la naturaleza nos deleita con estas flores congeladas que aparecen conforme el hielo recién formado va sublimando y cambia del estado sólido al gaseoso sin pasar por el líquido.
Inicialmente, el vapor de agua formado por la sublimación está a la misma temperatura que el hielo del mar, pero el aire se encarga de enfriarlo con gran rapidez. Cuando eso sucede, la sobresaturación de vapor de agua en el aire provoca que cuando este último entra en contacto con otro cristal congelado el vapor se transforme rápidamente en hielo.
A medida que este proceso se repite una y otra vez, lo que en un primer momento eran minúsculas porciones de hielo acaban convirtiéndose por la acumulación de más y más capas en estas preciosas formaciones conocidas como flores de hielo.
Se pueden observar no sólo en el Ártico, como muestra la fotografía que encabeza este artículo, sino también en el Océano Antártico e incluso en estanques de agua dulce situados en latitudes muy frías. Además de su aspecto característico, presentan una particularidad muy curiosa: aquellas que aparecen en los océanos tienen una concentración de sal que casi triplica la salinidad de la propia agua marina.
Para acabar, aquí tienes una fotografía realizada muy de cerca a una flor de hielo creada en laboratorio en la que se puede apreciar con mayor detalle sus intrincadas formas: