Todos los años, el naturalista y cofundador de la organización The Great Whale Conservancy Michael Fishback pasa la temporada invernal en el Mar de Cortés fotografiando y estudiando el comportamiento de las ballenas azules, los rorcuales comunes y las ballenas jorobadas (o yubartas) que en esa época pueblan sus aguas.
Durante esos meses su día a día consiste en observar el comportamiento de estos magníficos animales en libertad y en documentar cuanto sucede ante sus ojos. Pero el día de San Valentín del 2011 ocurrió un hecho excepcional, uno de esos sucesos inesperados que quedan grabados para siempre en las memorias de los afortunados que tienen la oportunidad de vivirlos.
Acompañado de su mujer e hijos, partió a navegar a bordo de una pequeña embarcación por las tranquilas aguas del Golfo de California cuando, de manera inesperada, divisó el cuerpo aparentemente inerte de un ejemplar de ballena jorobada que sobresalía ligeramente sobre la superficie del agua.
Acto seguido cambiaron de rumbo y se dirigieron hacia el animal. Cuando estaban a sólo a unos metros de distancia, comprobaron que, si bien con gran dificultad, aún respiraba. Alarmado por su estado, rápidamente Fishback se sumergió para intentar averiguar qué le podía haber pasado y el motivo por el que permanecía inmóvil.
Ya en el agua, un simple vistazo le sirvió para entender lo que sucedía: el joven ejemplar de yubarta había quedado atrapado en las redes que algún pescador de la zona había dejado a la deriva y no podía escapar de las mismas. Exausto tras intentar infructuosamente de liberarse durante horas, apenas si le quedaban fuerzas para asomar su enorme figura por encima del nivel del agua para respirar.
La situación era crítica. Si no se hacía algo rápido el cetáceo podía morir en cuestión de horas. Quizá en menos tiempo. Así pues, colocaron la barca justo a su lado y, con la única ayuda del pequeño cuchillo que llevaban consigo, Fishback comenzó pacientemente a cortar la red de nailon mortal.
Poco a poco, conforme se libraba paulatinamente de la prisión que envolvía sus aletas, la yubarta fue recobrando la movilidad. El proceso fue lento y laborioso, pero tras varias horas de trabajo lograron cortar el último hilo de red de pesca que, cual enemigo invisible e implacable, la separaba de la libertad.
Pero si Fishback y su familia pensaban que el capítulo de sorpresas que les aguardaba ese día había llegado a su fin estaban equivocados. Sólo unos minutos más tarde contemplaron boquiabiertos cómo, en la distancia, la joven yubarta dio inicio a una grandiosa serie de saltos en los que su gigantesco cuerpo emergía una y otra vez del agua para volver a sumergirse acto seguido con gran estruendo, quién sabe si por la alegría de haber recobrado la libertad, a modo de regalo a sus salvadores por haberle salvado la vida o por ambos motivos.
Todo cuanto aconteció ese día quedó grabado para la posteridad y gracias a YouTube tenemos la oportunidad de contemplarlo de manera resumida en este montaje de 8 minutos de duración. El vídeo está en inglés pero la fuerza de las imágenes habla por sí sola (en caso de que quieras ver sólo los saltos, avanza hasta los 6 minutos y 19 segundos):