Una tomografía computarizada realizada por investigadores de la Universidad de Manchester a un fragmento de ámbar que ha preservado en su interior durante 16 millones de años a un efemeróptero y a un colémbolo ha permitido identificar un ejemplo único de foresis, un tipo de comensalismo en el que un organismo es transportado por un ejemplar de otra especie de mayor tamaño.
Los efemerópteros, conocidos como efímeras, efémeras o cachipollas, son un orden de insectos pterigotos compuesto por más de 2.500 especies. Se han encontrado restos fósiles que datan del Carbonífero Superior, hace 300 millones de años, lo que los convierte en los insectos alados más antiguos que existen. Por su parte, los colémbolos son un orden de artrópodos hexápodos que rara vez superan los 5 milímetros de los que se conocen casi 7.900 especies.
La importancia de esta pieza de ámbar del Mioceno radica en que es la evidencia más antigua que se ha hallado de una criatura utilizando a un efemeróptero para dispersarse. El fósil, que permanece en un excelente estado de conservación, ofrece una explicación a la distribución tan amplia que han alcanzado los colémbolos, que en la actualidad están presentes en todos los continentes, incluida la Antártida, y que son considerados los animales más numerosos de la Tierra.