El 1 de octubre de 1931, el carguero Baychimo quedó atrapado en una banquisa al norte de Alaska, en pleno Océano Glacial Ártico. Dado que la ciudad de Barrow, uno de los asentamientos situados más al norte de la América continental, estaba a menos de un kilómetro de distancia, la tripulación abandonó el buque y se refugió allí del rigor climatológico durante dos días, pasados los cuales volvieron para tratar de rescatarlo del hielo.
Pero cuando llegaron descubrieron estupefactos que el barco se había liberado por sí solo de su gélida prisión y había desaparecido. Incrédulos ante lo acontecido, construyeron un refugio de madera y dedicaron las siguientes semanas a explorar la región en busca del misterioso y escurridizo navío.
Las labores de reconocimiento llegaron a su fin el día 24 de noviembre, cuando una gran tormenta de nieve azotó la zona y la Compañía de la Bahía de Hudson, la firma propietaria del bajel, determinó que dadas las circunstancias, lo más probable era que se hubiera hundido y que sus restos reposaran en el fondo oceánico.
Pero unos días más tarde un cazador de focas inuit divisó al Baychimo a unos 72 kilómetros de Barrow, por lo que los marineros zarparon en su búsqueda. Cuando lo encontraron, comprobaron que la ventisca lo había dejado en muy malas condiciones y determinaron que no podría sobrevivir al invierno ártico, de manera que subieron a bordo, recogieron las pieles que había almacenadas en la bodega y lo abandonaron a su suerte.
Pero contrariamente a sus previsiones, esta embarcación de 70 metros de eslora y 1.322 toneladas aguantó no sólo ese crudo invierno, sino muchos más. Durante décadas, exploradores, inuits y mercantes que realizaban intercambios comerciales en la región vislumbraron su silueta en numerosas ocasiones, lo que le valió una merecida reputación de barco fantasma.
En 1969, 38 años después de que fuera abandonado, fue visto por última vez en una banquisa en el Mar de Beaufort, cerca del cabo de Punta Barrow. Nunca más, hasta nuestros días, se ha vuelto a saber de él. Debido a su fama, las autoridades de Alaska pusieron en marcha en el 2006 una iniciativa para localizar al conocido como ‘Barco Fantasma del Ártico’, ya fuera surcando todavía los mares o hundido en el fondo del mar, pero hasta la fecha no han dado con él, circunstancia ésta que ha contribuido a hacer crecer, aun más si cabe, la leyenda entorno al Baychimo.