13 de junio de 1936. Cientos de trabajadores de la naviliera alemana Blohm + Voss se encuentran reunidos frente al puerto de Hamburgo contemplando cómo se hace a la mar por primera vez el Horst Wessel, un bricbarca de 90 metros de eslora que han construido con sus propias manos en los astilleros de la compañía.
La embarcación ha recibido el nombre de Horst Wessel en honor de un nazi llamado de igual manera que falleció años atrás y al que el aparato propagandístico del partido ha elevado a la categoría de mártir.
Al solemne acto se presentan Adolf Hitler y Rudolph Hess, que son recibidos por los obreros con el tradicional saludo fascista. Sólo uno de ellos, un joven de 26 años que responde al nombre de August Landmesser, se niega a hacerlo y decide cruzarse de brazos ante la presencia de sus líderes.
Un fotógrafo presente durante la ceremonia, probablemente de manera casual, nos deja para la posteridad el gesto en una instántanea conocida popularmente con el título de El hombre cruzado de brazos en medio del saludo nazi que actualmente está expuesta en el centro de documentación «Topografía del Terror», en Berlín.
Antiguo militante del partido nazi, en 1935 Landmesser se había casado con Irma Eckler, una mujer de origen judío con la que tuvo 2 hijos, en una decisión que le costó que se le considerara culpable de deshonrar a la raza aria bajo las leyes raciales impuestas por el gobierno genocida germano.
En respuesta, Landmesser pasó de mostrar simpatías por los nazis a oponerse a los mismos, lo que explica que se negara a alzar su brazo derecho ante Hitler y Hess. Dos años más tarde, en 1938, fue detenido por la Gestapo y nunca más se supo de él. Lo que sí está documentado es que una de sus hijas fue enviada a un orfanato, mientras que a la otra la dejaron con su abuela paterna. Una historia de valentía con un final, como tantas otras veces, trágico.