En circunstancias normales, contemplar a simple vista cómo una taza cae al suelo y se rompe en mil pedazos no tiene nada de especial. Hacerlo en cambio a través del objetivo de una cámara superlenta que ha grabado las imágenes a 500, 1.000, 2.500, 5.000 y 10.000 fotogramas por segundo le da a este hecho una nueva dimensión. Atentos al vídeo: