El año pasado, más o menos por estas fechas, Microsoft anunció que Internet Explorer 9, el navegador que estaban desarrollando por aquel entonces, no funcionaría bajo Windows XP. A sabiendas del chaparrón que se les venía encima, arguyeron que para incluir el conjunto de novedades y mejoras que estaban preparando precisaban de un sistema operativo moderno, una excusa que convenció a pocos y que no escondió las controvertidas, aunque legítimas, intenciones del gigante de Redmond: motivar a más gente para que abandonara XP en favor de Windows 7.
En lo que parece una especie de déjà vu, en unos meses vamos a vivir una situación extremadamente parecida a la del 2010, dado que Microsoft ha confirmado que va a repetir estrategia con Internet Explorer 10. En este caso, eso sí, el afectado no va a ser el ya defenestrado XP, sino Vista, en el que no va a funcionar el futuro IE10.
Dicho de otra manera: mientras que Firefox, Chrome y Opera, navegadores cuando menos igual de buenos sino mejores que los que ha implementado Microsoft hasta la fecha, corren sin problemas en Windows XP, Windows Vista, Windows 7, Mac OS X y en innumerables distros de GNU/Linux, Internet Explorer 10 sólo lo hará en Win7.
Una portavoz autorizada del gigante estadounidense ha manifestado que en el desarrollo de IE9 no quisieron verse limitados por el mínimo común denominador, refiriéndose a XP, sino que trataron de ofrecer la mejor experiencia de navegación posible sacando partido de un sistema operativo de nueva generación y del hardware disponible en ese momento. Con IE10, dice, van a hacer lo mismo.
Enfrascados como están en recuperar la cuota de mercado que Mozilla y Google le han arrebatado en el terreno de los navegadores web en los últimos años, limitar la adopción del navegador en el que están trabajando únicamente a los usuarios de un sistema operativo no parece la mejor de las ideas. Más aún, como os he comentado antes, cuando la competencia ofrece sus productos en todas las plataformas disponibles, pero bueno, ellos sabrán.