Internet Explorer 8 es un navegador de segunda fila. Sus predecesores, IE7 e IE6, ni eso. Pero la gente los sigue utilizando. De acuerdo a los datos de StatCounter, el 30,22% de los internautas todavía utiliza IE8, el 9,75% se decanta por IE7 y un 4,36% navega con el nefasto IE6. Entre los 3 suman el 44,33% del mercado, tanto como todas las versiones de Firefox y Chrome juntas.
Se suponía que la aparición de Internet Explorer 9 iba a cambiar dicha situación y que un porcentaje significativo de los usuarios de Windows 7 y Vista iban a abandonar, por fin, estos vetustos navegadores por su ampliamente publicitado sucesor, pero no está siendo así. Al menos no al ritmo que muchos pensábamos.
En los 15 días que han transcurrido desde que IE9 apareció, sólo entre el 1% y el 1,7% de los internautas (en función de las fuentes consultadas) lo ha convertido en su navegador de cabecera. Es cierto que 2 semanas es un periodo demasiado corto como para extraer conclusiones definitivas, pero en la mitad de tiempo Firefox 4 se ha hecho con entre el 4% y el 5% del pastel.
Por más que el perfil del usuario medio de Firefox (o de Chrome, o de Opera) sea distinto del de Internet Explorer y de que IE9 no esté disponible en Windows XP, los números son preocupantes. No sólo para Microsoft, sino también para cualquiera que tenga una web. Más aun si tenemos en cuenta que en el último mes el uso de IE8 no sólo no ha disminuido sino que ha aumentado ligeramente. Es como para que más de uno se lo haga mirar.