Desde que se pusiera a la venta el pasado mes de junio, el Samsung Galaxy S ha ido coleccionando galardones y críticas sumamente positivas de los medios especializados, que encomiaban sus características técnicas generales, la calidad de su pantalla Super AMOLED y, cómo no, el excelente funcionamiento del sistema operativo Android 2.2. Y lo más importante, ha acumulado unas excelentes ventas.
Pese a tratarse de un smartphone de gama alta cuyo precio, aun después de las consabidas subvenciones de las telecos, está fuera del alcance de una parte significativa de los usuarios de telefonía móvil, se está vendiendo como churros. Prueba de ello es que en los 6 meses que lleva en el mercado Samsung ha despachado 10 millones de unidades, lo que echando cuentas da como resultado que cada 2 segundos un comprador se hace con un Galaxy S. Tremendo.
Tal es el estado de euforia de los dirigentes de la compañía surcoreana que uno de sus directivos ha confesado al diario The Korea Times que en un plazo de 3 años esperan sobrepasar a Nokia en ventas y convertirse en la primera empresa del sector.
Un propósito que, desde luego, no será nada fácil de alcanzar puesto que la multinacional finlandesa, a pesar de llevar años sin lanzar un móvil rompedor, sigue teniendo una cuota de mercado del 30%, claramente por delante del 17% que atesora Samsung.