El Centro para la Investigación de la Energía Atómica (AERE) de Oxforshide fue durante medio siglo la base de operaciones del ejército del Reino Unido para la investigación y desarrollo de armas nucleares. Fue en dichas instalaciones donde hace 60 años, allá por 1949, se comenzó a construir el protagonista de nuestra historia de hoy: el Harwell Computer.
Con 2,4 metros de alto y 5 metros de ancho, el Harwell fue una máquina avanzada a su tiempo. Un equipo de tan solo 3 personas se encargó de construcción, un proceso que se alargó 2 años hasta que en abril de 1951 lograron terminar el computador.
Oficialmente, fue concebido para ayudar a los científicos a realizar cálculos relacionados con el uso de la energía atómica en proyectos civiles, aunque a nadie escapa que también se requirieron sus servicios para el incipiente programa de armas nucleares que por aquellos tiempos desarrollaba la Gran Bretaña.
En sus entrañas había 900 decatrones, unas válvulas termoiónicas que contienen gas a baja presión y que utilizaba como memoria volátil, mientras que los datos los mostraba en cintas perforadas. Disponía de 112 bytes de memoria que le permitían realizar una multiplicación en un periodo de tiempo que oscilaba entre los 5 y los 10 segundos, en función de su grado de dificultad.
Estuvo en funcionamiento en el AERE 6 largos años hasta que en 1957 se decidió su sustitución por máquinas más modernas. Fue entonces cuando el Oxford Mathematical Institute puso en marcha una competición para premiar con el Harwell a la institución que presentara el proyecto que más y mejor partido permitiera sacar de sus circuitos.
El ganador fue el Wolverhampton and Staffordshire Technical College, donde fue utilizado para enseñar técnicas de computación hasta 1973. Fue en esa época cuando se le cambió el nombre y pasó a ser conocido como WITCH, o Wolverhampton Instrument for Teaching Computing from Harwell.
Transcurrido el tiempo, fue donado al Museo de la Ciencia e Industria de Birmingham, donde estuvo expuesto al público durante años hasta que finalmente fue desmontado y llevado al almacén del Birmingham City Council Museums Collection Centre.
Parecía que los días de gloria del Harwell habían pasado a mejor vida, pero todo indica que muy pronto va a resurgir de sus cenizas cual Ave Fénix. Y es que el Museo Nacional de Computación de Bletchley Park está recaudando los fondos necesarios para llevar a cabo una restauración completa del viejo mito.
Una tarea nada baladí, a tenor de las dimensiones de la máquina, que está previsto que les lleve unos 12 meses de trabajo. Quién sabe, el año que viene por estas mismas fechas quizás dedique un nuevo artículo al Harwell. Aunque en esa ocasión me gustaría pensar que no lo haré para hablar de su pasado, sino del futuro de una computadora con 60 años a sus espaldas.