La batalla sin cuartel que mantienen las gestoras de los derechos de autor y las discográficas contra las descargas está provocando el efecto contrario al que esperaban sus directivos. Esto es, que empiecen a surgir artistas de primera línea disconformes con la manera en que se están llevando las cosas que exigen un cambio de rumbo por parte de quienes dicen representarlos.
Sin ir más lejos, grupos y cantantes británicos de la talla de Radiohead, Iron Maiden, Robbie Williams o Travis han formado una organización llamada Featured Artists Coalition (FAC) para hacer oír su voz, desmarcarse de las actuaciones que está llevando a cabo la industria del disco actual y solicitar un reparto más justo de las ganancias que genera la venta de canciones.
Asimismo, han aprovechado para dejar claro que se oponen frontalmente a que los ISP desconecten a los internautas que se bajan contenidos protegidos de la Red, tal y como están solicitando con vehemencia los sellos musicales y las entidades de autor, que este mismo mes han hecho piña para presionar a los políticos del Reino Unido y conseguir que adopten el modelo francés de los 3 avisos.
Por si esto fuera poco, el cantante Billy Bragg, uno de los impulsores de la FAC, ha escrito esta semana un duro artículo en el diario The Guardian en el que cuestiona la idoneidad de las medidas que se pretenden impulsar, recuerda que basta con que los usuarios P2P encripten sus conexiones para dejarlas sin efecto, acusa a los dirigentes de la industria musical de intentar pasar la responsabilidad de cuanto acontece a los proveedores de acceso a Internet y se pregunta el porqué no se ha apostado desde el principio por poner a disposición de los fans en las tiendas online canciones libres de DRM.
¿Estamos en los albores de una revuelta encabezada por los propios artistas, cansados con la forma de actuar de sus jefes, o ante una pequeña tormenta en un vaso de agua que se calmará en unas semanas? Cuánto me gustaría pensar que ante la primera opción, pero…