Que Stardew Valley es uno de los videojuegos más populares e influyentes de la última década es algo incuestionable a estas alturas, especialmente en la escena indie. Pero lo que no sabíamos con certeza era hasta qué punto estaba siendo exitosa su trayectoria comercial.
Una duda que ha quedado despejada hace unas horas después de que su creador, el programador y compositor estadounidense Eric Barone, haya confirmado que Stardew Valley ha superado la barrera de los 30 millones de copias vendidas.
Se trata de una cifra que lo pone a la par con Call of Duty: Modern Warfare o Diablo III y lo sitúa por encima de clásicos como Pokémon Oro y Pokémon Plata, Wii Play, Borderlands 2, Super Mario Odyssey, Grand Theft Auto: San Andreas o Cyberpunk 2077, por citar sólo algunos ejemplos.
Videojuegos todos ellos con presupuestos masivos, que emplearon a centenares de desarrolladores y que fueron promocionados con campañas publicitarias millonarias. Stardew Valley, en cambio, es un proyecto concebido e implementado por Barone en solitario, que se encargó de la programación, el diseño de los personajes y escenarios, la historia y la composición de la banda sonora.
La mayor parte de los títulos indies que salen al mercado acaban pasando desapercibidos. Es algo inherente en una industria saturada con miles de lanzamientos anuales. Si no tienes capacidad económica para promocionar tu creación, lo más normal es que nadie, o casi nadie, sepa de su existencia.
Por eso resulta tan satisfactorio que, de vez en cuando, un videojuego de estas características se convierta en un triunfo sin paliativos y en un recordatorio de que, en ocasiones, y sólo en ocasiones, David puede vencer a Goliat y convertirse en uno de los videojuegos más vendidos de la historia.