Tengo el convencimiento de que Windows Vista no ha cumplido con las expectativas que Microsoft tenía depositadas en él. Su adopción en el campo empresarial está siendo lenta y las críticas se suceden por los problemas de rendimiento, fiabilidad y compatibilidad que ha dejado entrever. Distinto es el panorama en el ámbito privado, donde se está vendiendo muy bien, si bien gran parte del mérito se debe a que es el sistema operativo que instalan por defecto los grandes fabricantes de ordenadores en sus equipos nuevos.
Sea como fuere, lo cierto es que Microsoft se juega mucho con el próximo sistema operativo que ponga en el mercado. Windows 7, que es como se conoce hasta el momento al futuro sucesor de Vista, va a ser clave para la compañía, y ya se escuchan voces que propugnan, que aseguran, que incorporará una serie de cambios que irán más allá de un nuevo sistema de archivos o mejoras en la interfaz gráfica.
La novedad de la que más se está hablando últimamente es la que hace referencia a que Windows 7 será un sistema operativo modular, más al estilo de las distribuciones de GNU/Linux. Es decir, que habrá un núcleo aparte y el resto de aplicaciones vendrán en paquetes separados que se podrán instalar… o no, eso dependerá de cada usuario.
En principio, la idea suena muy bien. Poder adquirir una licencia de Windows y tener la posibilidad de personalizar al máximo el SO, escogiendo qué funcionalidades y programas queremos incorporar y cuáles no nos interesan parece, a priori, un paso adelante muy significativo.
Hasta ahora hay una serie de aplicaciones que, sí o sí, se instalan por defecto tanto si nos gusta como si no. Es el caso de Internet Explorer, el Media Player o el firewall del XP. De cumplirse estas previsiones, en nosotros recaería la decisión final de instalar cualesquiera de estos programas.
Eso, claro está, si Windows 7 es un sistema realmente modular, puesto que siempre cabe la posibilidad de que Microsoft se quede a medias y, como viene sucediendo en la actualidad, considere que hay una serie de aplicaciones -por supuesto, las suyas- que se instalan con el sistema operativo de manera obligatoria.
Apostar por un diseño modular también podría permitir a Microsoft vender paquetes de software por separado. Es decir, se ofrecería un núcleo base por el que habría que pagar una licencia más económica que la actual y que además daría derecho a una serie de aplicaciones gratuitas (IE, WMP, etc), pero a parte se venderían otros programas que llevarían las funcionalidades del sistema operativo más allá.
De hecho, esto ya se hace más o menos ahora, aunque con un enfoque completamente diferente: vendiendo distintas versiones de Windows Vista (Home Basic, Home Premium, Business y Ultimate) por separado, siendo la primera de ellas la más básica y la última la más completa.
En fin, especulaciones y más especulaciones. La idea de un sistema operativo modular tiene visos de convertirse en realidad, pero para saber si acabará siendo así habrá que esperar un tiempo hasta que Microsoft dé más detalles acerca de cómo será Windows 7, el sucesor de Windows Vista.