Desde que Windows 11 se lanzase en octubre de 2021, ha ido ganando poco a poco cuota de mercado gracias a ser el sistema operativo que incluyen la práctica totalidad de ordenadores que se ponen a la venta y a que Microsoft ofrece a todas aquellas personas que tienen Windows 10 la posibilidad de actualizarse gratuitamente a esta nueva versión.
Pero a pesar de los esfuerzos de la multinacional norteamericana, Windows 10 sigue siendo, con mucha diferencia, el sistema operativo más utilizado en todo el mundo. Tanto es así que, a día de hoy, está instalado en el 71,64% de los PCs, un porcentaje que empequeñece al 23,61% que ostenta Windows 11.
En tercer lugar encontramos a Windows 7, que a pesar de los años que han transcurrido desde su aparición, mantiene una cuota del 3,34%. A continuación, se hallan Windows 8.1 con un 0,61%, Windows 8 con un 0,35%, y, aunque resulte difícil de creer, Windows XP también con un 0,35%.
Resulta preocupante para Microsoft que, en el transcurso del último medio año, el porcentaje de adopción de Windows 11 haya dejado de crecer y el de Windows 10 de bajar, circunstancias ambas que no se habían dado desde la salida al mercado del primero.
Este estancamiento pone de manifiesto que una parte de los habituales de este sistema operativo no han recibido de buen grado algunos de los cambios que se han introducido en Windows 11, como el nuevo menú de Inicio o la nueva barra de tareas.
Tampoco ayuda que los requisitos de hardware para instalarlo hayan subido significativamente respecto a los de Windows 10, lo que ha excluido a una parte de sus usuarios potenciales.
Con estos ingredientes encima de la mesa, aunque las diferencias entre uno y otro se vayan recortando paulatinamente, se hace difícil de pensar que Windows 11 acabe destronando a Windows 10. Esa será una misión que, probablemente, deberá completar la próxima generación de este sistema operativo.