La protagonista de la imagen espacial de esta semana es WR 124, una estrella de Wolf-Rayet gigantesca rodeada de una nebulosa conocida con el nombre de M1-67, que se ha formado a partir del material expulsado de las capas superficiales del astro.
Esta estrella es 33 veces más masiva que el Sol y ha eyectado el equivalente a 10 masas solares de material debido a sus intensos vientos estelares. Se encuentra a 15.000 años luz de distancia, en la constelación Sagitta, y se aleja de la Vía Láctea a una velocidad de 200 km/s.
WR-124 ha perdido la mayor parte del hidrógeno de sus capas exteriores y está fusionando helio en su núcleo, que poco a poco está llegando a la superficie. En unos cientos de miles de años, la proporción de elementos pesados como el carbono habrá aumentado hasta el punto de que estallará como una supernova de tipo Ib o Ic.
A diferencia de lo que sucede con la mayoría de estrellas, que experimentan vidas apacibles hasta las fases finales de su evolución estelar, las de Wolf-Rayet tienen existencias tumultuosas y podemos ver cómo se desintegran ante nuestros ojos.
Se estima que cada año pierde el equivalente a 10-5 masas solares en forma de gas que es expulsado a gran velocidad de sus capas superficiales. Este polvo cósmico acaba integrándose en la nebulosa M1-67, que se expande a unos 150.000 km/h y tiene un tamaño de casi 6 años luz.
La imagen compuesta que encabeza este artículo ha sido capturada con el telescopio espacial James Webb en el espectro infrarrojo con la ayuda de las cámaras NIRCam y MIRI que equipa. La tecnología de ambos instrumentos ha permitido revelar a nuestros ojos las estructuras que conforman la nebulosa M1-67 con un grado de detalle que no había sido posible hasta la fecha, ni siquiera con el telescopio Hubble.