El culebrón en el que se ha convertido la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft parece estar dando sus últimos coletazos. La semana pasada se filtró que el organismo regulador de la competencia de la Unión Europea va a dar el visto bueno a la operación después de que Microsoft haya firmado un contrato vinculante con Nintendo en el que se compromete a lanzar Call of Duty en sus consolas durante un periodo mínimo de diez años y le haya ofrecido un acuerdo similar a Sony.
Una vez que el ente europeo apruebe la adquisición, es previsible que, a no demasiado tardar, sus homónimos en Estados Unidos y el Reino Unido adopten posturas similares y Microsoft pueda completar la compra y hacerse con el control de una de las mayores productoras de videojuegos del mundo, con franquicias como Diablo, Tony Hawk, World of Warcraft, Candy Crush, Overwatch o StarCraft, además del recién mencionado Call of Duty.
Sony, mientras tanto, sigue tratando por todos los medios de frenar la operación. En una serie de documentos que ha enviado al regulador de la competencia del Reino Unido y que se han hecho públicos hace unas horas, la compañía expone lo siguiente:
«Microsoft podría lanzar una versión de Call of Duty para PlayStation con fallos y errores que sólo aparecerían en el último nivel del juego o después de actualizaciones posteriores. Incluso si tales degradaciones pudieran ser detectadas rápidamente, cualquier solución llegaría probablemente demasiado tarde, y para entonces la comunidad de jugadores ya habría perdido la confianza en PlayStation como el lugar al que acudir para jugar a Call of Duty. De hecho, como atestigua Modern Warfare II, la mayor parte de las compras de Call of Duty se producen durante las primeras semanas después de su lanzamiento. Si se supiera que el rendimiento del juego en PlayStation es peor que en Xbox, los jugadores de Call of Duty podrían decidir pasarse a Xbox por miedo de jugar su juego favorito en una plataforma de segunda categoría o menos competitiva».
El argumento que Sony quiere hacer llegar a los miembros del regulador británico es que, aunque Microsoft se haya comprometido a lanzar Call of Duty en las consolas PlayStation durante la próxima década, existe el riesgo de que estas versiones sean peores que las de Xbox desde un punto de vista técnico o contengan errores en algunos niveles que perjudiquen la experiencia de juego. En otras palabras, Sony sostiene que Microsoft podría sabotear Call of Duty en la PlayStation para atraer de esta manera a una parte de su base de usuarios hacia Xbox, donde se encontrarían siempre con un juego en perfecto estado de desarrollo.
El razonamiento no parece demasiado convincente, pero como se suele decir: tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Sea como fuere, Microsoft no ha tardado en reaccionar a estas insinuaciones y, mediante un comunicado, ha reiterado que ha ofrecido a Sony un contrato en el que garantiza que las versiones para Xbox y PlayStation llegarán el mismo día, con los mismos contenidos y la misma calidad.
Así mismo, no ha perdido la ocasión para insistir que el regulador británico tiene en sus manos decidir «si bloquea el acuerdo y protege a Sony, el líder dominante del mercado, u ofrece soluciones que pongan más juegos a disposición de más jugadores». La polémica, una vez más, está servida.