Microsoft ha dejado de ofrecer esta semana actualizaciones de seguridad y soporte técnico para Windows 8.1, de tal manera que los ordenadores que todavía tengan instalado este sistema operativo no volverán a recibir parches o mejoras de ningún tipo en caso de que se detecte algún problema de funcionamiento o se descubra una vulnerabilidad en el mismo.
Windows 8 fue muy criticado desde el momento mismo de su lanzamiento en octubre de 2012 por incluir una interfaz de usuario rediseñada por completo para sacar partido de los dispositivos móviles de la época pero que resultaba confusa y poco práctica para los usuarios tradicionales de ordenadores que utilizaban teclados y ratones.
A diferencia de lo que sucedió con los sistemas operativos que lo precedieron y sucedieron, Windows 8 no fue adoptado en masa ni por los consumidores particulares ni por los entornos empresariales, que mayoritariamente optaron por seguir utilizando Windows 7 hasta que, años más tarde, llegó Windows 10.
A día de hoy se estima que poco más del 3% de ordenadores con Windows tienen instalado Windows 8 ó Windows 8.1, un porcentaje que se sitúa muy lejos de la cuota de mercado de otras versiones como Windows 10, que atesora un 67,95%, Windows 11, que tiene un 16,97%, o Windows 7, que todavía posee un 11,2%.
Aún así, las personas y empresas que todavía hacen uso de este sistema operativo deberían plantearse actualizar sus equipos a una versión más moderna cuanto antes que siga recibiendo asistencia por parte de Microsoft.