Se estima que, a lo largo de este año, más de 5.000 millones de teléfonos móviles serán tirados a la basura o acabarán guardados en un cajón, olvidados para siempre, después de que sus propietarios se compren un modelo nuevo.
Los smartphones actuales contienen minerales como cobre o cobalto en cuya extracción y refinado se emplean procesos muy contaminantes que causan un impacto ambiental que puede resultar devastador para las poblaciones locales que viven cerca de las minas.
Pero a pesar de ello, rara vez se reciclan los teléfonos y reutilizan algunos de los materiales que contienen, lo que acaba ocasionando que para fabricar los más de mil millones de unidades que se venden cada año se deban extraer de nuevo dichos minerales.
Pascal Leroy, director general de la Asociación Internacional de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (WEEE por sus siglas en inglés), ha señalado que actualmente hay 16.000 millones de teléfonos móviles en manos de los consumidores, lo que implica que un tercio de ellos no se utilizan.
La causa, señala, es que la mayor parte de la gente no es consciente de la magnitud del problema y de la trascendencia que tiene el reciclado de estos productos. A nivel de ejemplo, ha señalado que si se pusieran los 5.000 millones de teléfonos móviles que se dejarán de utilizar este año uno encima del otro se formaría una estructura de 50.000 kilómetros de altura, que equivaldría a 120 veces la distancia a la que orbita la Estación Espacial Internacional y una octava parte del espacio que nos separa de la Luna.
Sólo el 17% de los dispositivos electrónicos son reciclados actualmente, un porcentaje muy lejano del 30% que la Unión Internacional de Telecomunicaciones marcó que se debería conseguir de cara a 2023. De seguirse con la tendencia actual, la WEEE calcula que en 2030 se generarán 74 millones de toneladas de residuos procedentes de dispositivos electrónicos. Una situación que no mejorará hasta que la sociedad asuma la gravedad del problema y tome medidas para solucionarlo.
FOTOGRAFÍA: DUSTAN WOODHOUSE