Observatorios espaciales de todo el mundo han detectado esta semana una gigantesca explosión de rayos gamma procedente de la constelación Sagitta que ha viajado durante 1900 millones de años antes de llegar a la Tierra.
Los astrónomos creen que tiene su origen en un agujero negro que se formó tras el colapso hacia adentro de una estrella con un tamaño más de 30 veces superior al del Sol debido al efecto de su propia gravedad. Ello generó un jet de plasma de dimensiones colosales compuesto por partículas viajando al 99,9 % de la velocidad de la luz y emitiendo rayos X y gamma.
El destello inusualmente brillante generado por este jet trajo consigo fotones que portaban 18 teraelectronvoltios de energía e impactaron las comunicaciones de onda larga de radio en la ionosfera.
La imagen superior, tomada con el telescopio de rayos X del Observatorio Neil Gehrels Swift, muestra el resplandor una hora después de ser detectado. Los anillos brillantes se formaron debido a rayos X dispersados por capas de polvo dentro de nuestra galaxia que se hallan en la dirección de la explosión.
Las explosiones de rayos gama liberan en unos segundos la misma cantidad de energía que el Sol generará durante su ciclo de vida completo, y esta es la mayor que se ha descubierto jamás, de manera que debió tener unas proporciones grandiosas.
La comunidad científica confía que a lo largo de la próxima semana llegará a la Tierra la luz de la supernova que se cree que dio lugar a este agujero negro. La explicación a este retraso radica en que la supernova, en caso de que se produjese, tardó unos días en alcanzar una luminosidad con una magnitud lo suficientemente elevada como para ser detectable por nuestros instrumentos a miles de millones de años luz de distancia.