La Piedra de Rosetta es un fragmento de granodiorita que es mundialmente conocida por contener tres versiones de un decreto que se publicó en Menfis, la antigua capital del imperio egipcio, durante la dinastía ptolemaica. Fue tallada en el año 196 a. C. y originalmente estuvo expuesta en un templo, posiblemente en la ciudad de Sais.
La parte superior del texto está escrita en jeroglíficos egipcios, la intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Las tres inscripciones presentan el mismo contenido, lo que ha hecho de esta roca de origen volcánico un instrumento clave en el descifrado de los jeroglíficos egipcios.
La Piedra de Rosetta fue descubierta en 1799 por el capitán francés Pierre-François Bouchard durante la campaña militar que Napoleón Bonaparte emprendió para conquistar Egipto. Dos años más tarde, cuando el ejército francés cayó derrotado ante los británicos, la piedra acabó en manos de estos últimos y fue transportada a Londres, donde desde 1802 está expuesta en el Museo Británico.
El gobierno egipcio ha solicitado al Reino Unido en repetidas ocasiones la repatriación de las antigüedades que los arqueólogos y tropas británicas robaron impunemente durante el siglo XIX y principios del XX y que reposan, entienden, de manera ilegítima en las vitrinas de sus pinacotecas.
La respuesta tanto de sus dirigentes como del propio Museo Británico siempre la sido la misma: un rotundo no. Ello no ha impedido que las peticiones y presiones para que devuelvan los bienes confiscados se sigan produciendo, por más que las posibilidades de que prosperen sean muy escasas.
La última se ha producido esta semana, cuando un grupo de prestigiosos arqueólogos egipcios ha puesto en marcha una campaña online para reclamar el retorno de la Piedra de Rosetta 220 años después de que llegase a tierras británicas.
Monica Hanna, decana del Colegio de Arqueología de la ciudad de Asuán y una de las promotoras de esta iniciativa, considera que la piedra es un símbolo del imperialismo cultural que todavía prevalece. En su opinión, su restitución sería un símbolo de que las cosas están cambiando, de que los dirigentes de determinados museos han asumido que ya no estamos en el siglo XIX y de que han adoptado los códigos éticos de la actualidad.
El retorno de la Piedra de Rosetta no sólo tiene un importante valor simbólico para Egipto. También lo posee a nivel económico, ya que el sector turístico es vital para sus finanzas, y la presencia en sus museos de un artefacto de tal importancia histórica y sentimental supondría un reclamo excelente que contribuiría a atraer nuevos visitantes deseosos de contemplar esta reliquia del pasado.