Winamp es un nombre que mucha gente, especialmente la más joven, probablemente no reconocerá, pero durante una época fue uno de los reproductores de música más utilizados a nivel mundial. A finales de los años ’90 y principios de los 2000, en los tiempos de Napster, de Kazaa, de eDonkey y de los módems que ofrecían conexiones a 3 ó 4 KB/s, Winamp fue el rey.
Fue desarrollado por Justin Frankel, un adolescente estadounidense que quería tener un programa que le permitiese organizar y reproducir su colección de mp3, un formato que habían desarrollado unos científicos alemanes sólo tres años antes y que, por aquel entonces, estaba ganando mucha popularidad en Internet. Fue así como en 1997 apareció la primera versión de Winamp.
Este software fue un éxito inmediato. Millones de personas se lo descargaron y Frankel vio como, de la noche a la mañana, empezó a ganar miles de dólares mensuales a través de las donaciones voluntarias que realizaban una parte de quienes se lo bajaban.
Poco después abandonó sus estudios universitarios en ingeniería informática y se centró en el desarrollo de Winamp. Al año siguiente lanzó la versión 2.0, que convirtió a este programa en un fenómeno aun mayor si cabe y amasó decenas de millones de descargas, hasta el punto de que para muchas personas pasó a ser sinónimo de música.
Fruto de este éxito, AOL compró Winamp en 1999 por 80 millones de dólares e hizo de Frankel un millonario. Ya bajo la dirección de esta compañía, la versión 3.0 de Winamp apareció en 2002 y fue un absoluto desastre: el software era inestable, consumía muchos recursos, carecía de características básicas como contabilizar la duración de las canciones en las listas de reproducción y no era compatible con los plugins y carátulas que se habían desarrollado para Winamp 2.
Fue el principio del fin para este programa, que progresivamente fue perdiendo usuarios fruto de su decepcionante rendimiento y de la creciente competencia en un sector que unos años atrás había sido un erial, pero en el que rápidamente fueron apareciendo alternativas creadas tanto por desarrolladores independientes como por grandes compañías que vieron que podían ganar mucho dinero.
El campo de juego cambió por completo de la noche a la mañana y, en cuestión de unos meses, se vio relegado a un papel secundario. Sin el apoyo necesario de AOL, su desarrollo se estancó y la llegada de servicios de música por streaming como Spotify fueron la puntilla que acabaron con Winamp y lo convirtieron en un recuerdo del pasado.
Hasta ahora. Y es que, después de muchos años sin saberse nada de este software, los desarrolladores de Winamp han lanzado esta semana por sorpresa una nueva versión coincidiendo con su 25º aniversario. La lista de novedades es extensa, e incluye una mayor compatibilidad con Windows 11, mejoras en la reproducción de podcasts o soporte para el códec de vídeo VP8.
Sus creadores explican que este lanzamiento es la culminación de cuatro años de trabajo y el inicio de una nueva etapa en la que van a poner a disposición del público nuevas versiones con mayor asiduidad. Veremos si es verdad y este nuevo Winamp vuelve a hacer justicia al, para algunos todavía, histórico nombre que lleva.