Las acciones de Intel han bajado más de un 10% desde el viernes pasado después de que la compañía haya hecho público que durante el último trimestre sus ingresos han disminuido un 22% y sus beneficios se han esfumado, hasta el punto de que ha registrado unas pérdidas netas de 454 millones de dólares.
Unas cifras que contrastan con las que obtuvo en el mismo periodo del ejercicio anterior, en el que consiguió unas ganancias de 5.000 millones de dólares. Mientras tanto, AMD ha seguido un camino inverso y en las últimas 24 horas ha visto cómo sus acciones continuaban con la tendencia positiva del mes pasado y subían un 3% adicional.
Ambos hechos combinados han provocado una circunstancia inaudita, histórica incluso: AMD ha superado por primera vez a Intel en valor en bolsa. Concretamente, la capitalización bursátil de AMD es en estos momentos de 156.833 millones de dólares, mientras que la de Intel se queda en 151.758 millones de dólares.
Es la culminación de un quinquenio magnífico para AMD, en el que la empresa californiana, liderada por Lisa Su, ha pasado de ser incapaz de poner en el mercado procesadores competitivos con los chips de Intel o tarjetas gráficas siquiera parecidas a las de Nvidia a lanzar, sucesivamente, un producto exitoso tras otro.
Su línea de microprocesadores Ryzen, cuya primera generación se comercializó en febrero de 2017, ha supuesto un antes y un después para AMD, ya que han conseguido superar en rendimiento multiprocesador y eficiencia a Intel y, como consecuencia, han provocado que la cuota de mercado de AMD se disparase.
Una situación similar se está viviendo con la división gráfica de la compañía, que después de muchos años a la deriva, ha enderezado el rumbo lanzando tarjetas gráficas tecnológicamente muy avanzadas que, aunque no están todavía a la altura de las de Nvidia, sí que se sitúan a un nivel similar en la mayoría de campos a excepción del Ray Tracing y tienen precios más asequibles.