De acuerdo a los informes que facilitan regularmente empresas como IDC, Apple posee una cuota del mercado mundial de smartphones que no llega al 20%. Concretamente, 18 de cada 100 terminales que se venden en el mundo llevan el logo de la compañía estadounidense. Una cifra significativamente inferior a la de Samsung, que alcanza el 24,6%.
Pero aunque Apple no es el mayor fabricante del sector, sí que es, y con una gigantesca diferencia, quien más dinero gana. Prueba de ello es que en el último trimestre ha acaparado el 92% de los beneficios conjuntos obtenidos por las ocho mayores empresas de la telefonía móvil.
El 8% restante se lo han repartido gigantes como Samsung, Lenovo, LG, Huawei, Sony, Xiaomi y HTC. El dato es suficientemente elocuente y, para desánimo de sus competidores, no supone ninguna novedad. Sin ir más lejos, en el último tramo del 2014, Apple ya consiguió el 93% de las ganancias generadas por las ventas mundiales de smartphones y tablets.
Además, las perspectivas para lo que resta de 2015 no son alentadoras para sus adversarios, puesto que Apple ya ha comunicado a sus proveedores que adapten sus líneas de producción para poder fabricar entre 85 y 90 millones de iPhone 6s y iPhone 6s Plus antes del 31 de diciembre.
Para poner estos números en perspectiva, tengamos en cuenta el año pasado por estas mismas fechas la compañía estadounidense encargó que se ensamblaran «sólo» entre 70 y 80 millones de unidades de iPhone 6 y iPhone 6 Plus.
La disparidad tan marcada que existe entre los beneficios que obtiene Apple y los que consiguen sus contricantes se explica por las políticas tan diferentes que siguen unos y otros para comercializar sus productos. Y es que mientras el gigante estadounidense aplica grandes márgenes a los iPhones y iPads, el resto de fabricantes se ven forzados a vender la mayor parte de sus terminales a precios muy ajustados en relación a sus costes de producción para resultar competitivos a ojos de los consumidores.