Las erupciones solares son explosiones gigantescas que se originan en la fotosfera, la cromosfera y la corona solar y que liberan energías equivalentes a decenas de millones de bombas de hidrógeno. Generan radiación electromagnética en todas las longitudes de onda del espectro, desde ondas de radio hasta rayos gamma, pero afortunadamente no afectan a la vida en la Tierra ya que son bloqueadas por nuestra atmósfera. Lo que sí pueden conseguir es interrumpir las comunicaciones GPS y por radio.
El Solar Dynamics Observatory de la NASA ha captado muchas erupciones solares en los cinco años que lleva estudiando al Sol, pero probablemente ninguna de tan espectacular como la que tienes unas líneas más arriba. Se produjo el 3 de mayo de 2013, fue categorizada como de clase M5,7 y la protuberancia solar que la siguió alcanzó una altura de decenas de miles de kilómetros.
Esta otra imagen ofrece una representación aproximada de las colosales dimensiones que adquirió este chorro de plasma en comparación con el tamaño de la Tierra:
La mayor erupción solar de la que se tiene constancia se produjo en 1859 y es conocida con el nombre del Evento Carrington en honor del astrónomo inglés que la observó primero. La erupción generó una eyección de masa coronal que, cuando llegó a la Tierra, provocó auroras en el Caribe, Roma o las Islas Baleares e hizo que fallaran los sistemas de telégrafo en Europa y América del Norte.