El informe financiero que Samsung hizo público el mes pasado atestiguó que, por primera vez en años, los beneficios de la firma habían disminuido respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. Y lo habían hecho además de manera muy importante, puesto que las ganancias se habían dividido casi por dos en relación a los datos del 2013.
Este balance de resultados ha servido de toque de atención para los ejecutivos de la compañía surcoreana, que han decidido tomar medidas drásticas para tratar de reconducir la situación y volver a ganarse el favor de los consumidores.
A tal efecto, han anunciado que el año que viene van a reducir entre un 25% y un 30% el número de modelos de smartphones que comercializan, eliminando aquellos que se están vendiendo peor y ofreciendo a sus potenciales compradores una línea más clara y definida de terminales entre los que escoger.
Asimismo, la empresa asiática ha confirmado que incrementará el número de componentes compartidos entre los distintos dispositivos que ensambla para aprovechar las economías de escala y reducir los costes de fabricación.
A raíz de esta decisión, es muy posible que en unos meses dejemos de ver modelos «exóticos» de cuestionable viabilidad económica como el Galaxy Mega, Galaxy Core o determinas (no todas) versiones Mini.