En Microsoft han apostado muy fuerte por Xbox 360. Sus ejecutivos consideran que las consolas de nueva generación son un sector que va a experimentar un fuerte crecimiento durante los próximos años y que potencialmente puede suponer una fuente de ingresos muy importante para la compañía de Seattle.
Pero para llegar hasta ese punto necesitan situarse a un nivel de ventas similar al que Sony ha tenido a lo largo de la última década con las PlayStation y PlayStation 2. Y es que nadie dentro del organigrama de Microsoft quiere que se repitan las multimillonarias pérdidas (estimadas en casi 1.000 millones de dólares anuales) que ha supuesto Xbox para las arcas de la multinacional norteamericana.
Por ello no han reparado en gastos a la hora de dar a conocer al mundo las excelencias técnicas de Xbox 360, sus videojuegos y sus posibilidades online en costosísimas campañas publicitarias que no han hecho sino empezar. Además, y conscientes de que el precio es un factor clave en el éxito de una consola, la Xbox 360 se va a vender a un precio muy inferior a su coste de producción.
De hecho, diversos estudios publicados en las últimas semanas ponen de relieve que Microsoft va a perder entre 100 y 125 dólares por cada unidad vendida. Bill Gates y compañía esperan conseguir de esta manera que millones de personas compren su consola y poder obtener beneficios a medio plazo gracias a la venta de videojuegos.