La crisis económica que desde hace un lustro viene afectando de manera significativa a muchos y muy diversos sectores productivos no está haciendo mella en las multimillonarias cifras de negocio de la telefonía móvil, que año tras año arroja unas ventas globales que superan con creces a las del ejercicio anterior.
Los pingües beneficios que se reparten han propiciado que grandes fabricantes como Samsung, Apple, Nokia, LG, Motorola o Sony destinen partidas descomunales a I+D para tratar de poner en el mercado, antes que nadie, modelos rompedores que superen la tecnología de sus adversarios y les permitan hacerse con una mayor cuota de mercado.
Las innovaciones se suceden a un ritmo frenético y los smartphones incorporan cada vez prestaciones más avanzadas que empequeñecen las que sólo unos meses antes nos parecían poco menos que imposibles de mejorar. Basta con echar la vista atrás para hacerse una idea del nivel al que hemos llegado.
La fotografía que sirve de encabezamiento a este artículo es una buena muestra de ello: un smartphone actual, llámese iPhone, Galaxy S3/S4, Lumia 920, Nexus 4 o Xperia, de poco más de 100 gramos es capaz de realizar bastantes más funciones y con un grado de precisión mucho mayor que decenas de dispositivos dedicados de hace 20 años.
De hecho, y si somos quisquillosos, deberíamos indicar que en la parte de la imagen dedicada a los gadgets de 1993, además del ordenador portátil, la Polaroid, la cámara de vídeo, el teléfono móvil, el walkman, la PDA y el reloj, se tendrían que haber añadido como mínimo un GPS y una consola, dado que los smartphones actuales, incluso los de gama baja, aúnan dichas funcionalidades y otras más avanzadas