Un equipo de 71 científicos procedentes de 44 instituciones encabezado por el astrónomo de la NASA y del Instituto SETI Peter Jenniskens ha confirmado que el meteorito de 3 metros y medio de diámetro que cayó en Sierra Nevada (California) el 22 de abril del año pasado contiene granos más antiguos que el propio Sistema Solar.
Los restos de roca hallados resistieron la energía liberada en el impacto, equivalente a la de una bomba de 4 kilotones de TNT, después de que el meteorito atravesara la atmósfera terrestre a una velocidad de 28,6 kilómetros por segundo desde una órbita similar a la de los cometas periódicos.
La pronta recuperación de algunos fragmentos antes de que su composición fuera alterada por la lluvia u otros agentes externos ha permitido a los investigadores determinar que se trata de una condrita carbonatada del grupo CM, un tipo de meteorito no metálico que no ha sufrido procesos de calentamiento a temperaturas superiores a los 200ºC desde que se formó, de manera que su composición se considera cercana a la de las nebulosas solares en las que se produjo su condensación.
El estudio de los restos recuperados, el mayor de los cuales pesa apenas 205 gramos, ha llevado a los científicos a concluir que el meteorito proviene de un asteroide primitivo. Pero la presencia de trazas de oldhamita, un sulfuro simple de calcio que normalmente está presente en meteoritos que se han formado más recientemente, pone de manifiesto que se debieron producir impactos contra asteroides moldeados con posterioridad.