El bajo precio, reducido tamaño y su aceptable portabilidad convirtió a los netbooks en los gadgets de moda a mediados del 2008. Poco importaba que los primeros modelos tuvieran unas características técnicas muy limitadas o que los acabados fueran de poca calidad: en sólo unos meses pasaron de ser unos completos desconocidos para el gran público a venderse por millones.
Los grandes beneficiados de su inesperado éxito fueron Acer y Asustek, las dos compañías que más fuerte apostaron por ellos. En el pico de la popularidad de estos pequeños portátiles llegaron a desbancar a gigantes como Dell en las listas de los mayores fabricantes de ordenadores del mundo.
Fue sólo un espejismo. A pesar de que poco a poco han ido mejorando su diseño y prestaciones, el lanzamiento del iPad y, posteriormente, de las decenas de tablets que han seguido el camino marcado por Apple ha supuesto su fin. De hecho, durante los últimos estertores del año pasado, y ante la evidencia de que las ventas habían caído en barrena, Dell dejó de fabricar netbooks.
La estocada final se ha producido estos últimos días después de que se haya confirmado que tanto Acer como Asustek también se bajan del carro y van a dejar de producir más unidades en el año que acaba de comenzar. De ahora en adelante, los únicos netbooks que se podrán adquirir de las reseñadas empresas serán los que queden todavía en stock. No lanzarán nuevos modelos y ni tan siquiera producirán más unidades de los actuales. Se acabó.
Muy posiblemente, en unos años el término netbook volverá a ser un ente extraño para la mayor parte de los consumidores. Sólo algunos seguirán recordando que durante un breve periodo de tiempo, de apenas 3 años, unos dispositivos llamados de esa manera arrasaron en ventas y se convirtieron en el objeto de deseo de millones de personas.